Visitamos el Pardo, historia y naturaleza a dos pasos de Madrid
28/02/2016
El Pardo por su extensión y abundancia de sitios de interés merece una planificación de la visita, para así disfrutar de sus múltiples posibilidades.
La Historia del Pardo
Su historia está vinculada desde sus orígenes a las distintas dinastías de la monarquía española. Las primeras noticias de El Pardo se remontan al siglo XIV, en tiempos del monarca castellano Alfonso XI, cuando el monte se utilizaba ya como cazadero real. A principios del siglo XV, Enrique III ordenó construir un pabellón de caza, pasando a ser considerado a partir de entonces Sitio Real.
Un tiempo más tarde, a mediados del siglo XVI, Carlos I ordenó construir en el mismo lugar un palacio de invierno que se continuará bajo su hijo Felipe II quien lo enriquece con valiosas pinturas de su colección. En 1603 un grave incendio destruyó parte del palacio y será entonces Felipe III quien se ocupe de la restauración.
Por su parte, Felipe IV transformó La Torre de la Parada (una pequeña fortaleza de la época de Felipe II cercana a El Pardo) en lugar de descanso. El edificio, del que sólo se conservan unas ruinas, alojó obras maestras de Rubens y Velázquez -quien allí realizó varios retratos reales- y de paisajistas españoles, muchas de estas obras actualmente en el Museo del Prado. También el pintor Francisco de Goya pasaría temporadas en El Pardo, en la antigua Casa de Postas que estaba situada en la plaza (hoy hotel).
El palacio adquirió su aspecto actual bajo el reinado de Carlos III, cuando el arquitecto italiano Francesco Sabatini concluyó la su renovación total. Fue entones cuando se comenzaron a construir viviendas para los empleados del Real Sitio, que conformarían el futuro pueblo. Siendo aún Príncipes de Asturias, el futuro Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma también pasaron temporadas en el Real Sitio, y se construyó para ellos La Casa del Príncipe.
En el Palacio Real de El Pardo murió Alfonso XII en el año 1885 y su viuda, la reina regente María Cristina, ordenó convertir la habitación mortuoria en oratorio.
El Pardo obtuvo la titularidad de pueblo a principios del siglo XIX. Dependía entonces de San Lorenzo de El Escorial hasta que, en 1950, fue anexionado a Madrid.
Que ver en El Pardo
Durante la Guerra Civil, el palacio de El Pardo sirvió como cuartel general de una división del ejército republicano que levantó refugios y trincheras a lo largo de todo el monte. Acabada la guerra, el dictador Francisco Franco, eligió el palacio como residencia oficial. Durante la dictadura aumentó considerablemente la población y se construyeron nuevas viviendas. Para alojar militares, en los años sesenta se levantó la colonia Mingorrubio, sobre las terrazas del Manzanares.
En la actualidad, El Pardo es uno de los ocho barrios del distrito Fuencarral-El Pardo de Madrid. Cuenta con muy pocos habitantes, la mayoría descendientes del personal al servicio del Palacio Real, trabajadores de Patrimonio Nacional y militares. La mayoría de los edificios son de construcción moderna con una altura media, acorde con el entorno.
El Palacio de El Pardo, actualmente restaurado, desde 1983 sirve de alojamiento a los Jefes de Estado en sus visitas oficiales. En el monte de El Pardo se encuentra también el Palacio de la Zarzuela, residencia de los Reyes de España (actualmente de D. Felipe y Doña Letizia) y el Pabellón del Príncipe, residencia de los Príncipes de Asturias.
El pueblo de El Pardo se extiende a lo largo del río Manzanares y se encuentra completamente rodeado por el monte del mismo nombre, antigua reserva cinegética de los reyes de España, utilizada en el siglo XX por Francisco Franco. Es una zona natural protegida, cercada y vigilada; conformada principalmente por un gran encinar extendido sobre lomas bajas a ambos lados del río.
El principal atractivo monumental del Real Sitio es el Palacio Real de El Pardo. Su origen se remonta a 1405 cuando el rey Enrique III el Doliente se hizo construir un pabellón real de caza que su nieto, Enrique IV el Impotente, transformó en un pequeño castillo con torres en las esquinas y foso, disposición que se mantuvo hasta la actualidad. Carlos I convirtió el castillo en palacio, encargando la obra al arquitecto Luis de la Vega. El emperador moriría antes de que el palacio estuviese terminado y sería su hijo Felipe II quien, a mediados del siglo XVI, continuará las obras al mando del arquitecto Juan de Vergara. Oficiales provenientes de Flandes y plomeros ingleses cubrieron entonces el edificio con pizarra y emplomados creando una tendencia que se convertiría en una tradición española. Después de un gran incendio, Felipe III ordenó la reconstrucción a Francisco de Mora, sucesor de Juan de Herrera en El Escorial. Finalmente, bajo Carlos III, Francesco Sabatini se ocupará de la ampliación del palacio y realizará los elementos más sobresalientes del interior, la escalinata y el patio de los Borbones.
El palacio, de planta cuadrangular y rodeado por un foso convertido en jardín, presenta la estructura del primitivo castillo sobre el que se edificó, muy similar a la de otros alcázares españoles de su tiempo. Con torreones en las esquinas dispone de un patio central y dos laterales acristalados, patio de los Austrias y patio de los Borbones –el primero y primitivo es utilizado para actos oficiales-. Al exterior, su aspecto es austero, con un zócalo de granito y muro de ladrillo y con puertas y ventanas enmarcadas con piedra labrada. Un corresor comunica el palacio con la Capilla construída en tiempos de Felipe V, la entoces parroquia del pueblo de El Pardo.
Entre sus estancias destaca el Comedor de gala, utilizado como Salón de Consejos durante la dictadura franquista; el Despacho oficial; la Galería de la Reina y el Teatro de Corte, también utiilzado por el general Franco para proyecciones privadas de cine.
De la decoración interior se conserva un techo pintado por Gaspar Becerra en tiempos de Felipe II. Entre sus colecciones pictóricas destacan el Retrato de Isabel la Católica, de Juan de Flandes; obras de Antonio Moro, El Bosco, Sánchez Coello, el Retrato de Don Juan José de Austria a caballo, de Ribera, y valiosas pinturas de Carducho y Cabrera, de época de Felipe III. El palacio alberga también una notable colección de tapices de la Real Fábrica (s. XVIII) realizados a partir de bocetos de Bayeu, Castillo y el propio Goya. El conjunto se completa con un rico mobiliario, la mayor parte de estilo imperio. Para hacer la visita antes resulta imprescindible consultar la web de éste Real Sitio.
En 1783, Carlos IV y María Luisa de Parma, aún Príncipes de Asturias, encargaron al célebre arquitecto Juan de Villanueva la construcción de una casa de campo como lugar de retiro particular, la conocida como Casita de El Príncipe. El resultado fue un palacete neoclásico que sirvió al arquitecto como ensayo para su obra maestra, el Gabinete de Historia Natural, actualmente Museo del Prado. Con una sola planta, en contraposición a las dos alturas de las Casitas del Príncipe de El Escorial y Aranjuez , se caracteriza por la combinación de granito y ladrillo en la fachada, común en la época. La pintura de las bóvedas es obra de Mariano Salvador Maella, Francisco Bayeu y Vicente Gómez, y los estucos y relieves del vestíbulo son de Juan Bautista Ferroni. Las paredes están enteladas con sedas de procedencia francesa y valenciana. También guarda un rico mobiliario y una notable colección de relojes. El jardín es el elemento imprescindible en los edificios destinados al recreo y disfrute del Príncipe.
En una de las colinas del monte de El Pardo, rodeado de encinas y pinares, se encuentra el Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, de los Hermanos Menores Capuchinos, más conocido como El Cristo de El Pardo. El origen de su fundación se debe al deseo papal de conseguir el apoyo de la monarquía hispánica frente a la Liga Protestante, para lo cual solicitó la construcción de un convento al monarca Felipe III a través del capuchino Lorenzo de Brindis, después canonizado. En 1650 Juan Gómez de Mora proyectó el edificio definitivo. Prácticamente derruido durante la Guerra de la Independencia y la Guerra Civil, sufrió muchas modificaciones. La planta actual se debe al arquitecto Isidro González Velázquez (1830-33). En la iglesia un lienzo de Francisco Ricci representa a Nuestra Sra. de los Ángeles, con San Felipe y San Francisco. En una capilla lateral se venera la joya del convento, una talla en madera policromada de un Cristo yacente, conocido como El Cristo de El Pardo , obra de Gregorio Fernández por encargo de Felipe III. Según cuenta la tradición, el célebre escultor barroco no lograba tallar la cabeza, pero después de tres días de ayuno y oración por fin lo logró, afirmando: “el cuerpo yo lo hice, pero la cabeza, Dios”. El rey, admirado, colocó la imagen en el oratorio de su residencia de Valladolid. Con el traslado de la corte un año después la imagen retornó a Madrid y más tarde fue donada al convento. Austrias y Borbones acudían siempre a venerar la imagen durante sus cacerías y el rey Alfonso XIII la visitó el último día antes de irse al exilio. En cuanto a la urna, del orfebre Félix Granda, fue costeada por el propio Franco. Para visitarlo hay que acudir en horario de misas o tratar de reservar hora; consultar antes los horarios.
A tres kilómetros del barrio de El Pardo, en pleno monte, se encuentra la Quinta del Duque de Arco, conocida como la Quinta de El Pardo. En 1717, el montero mayor de Felipe V y alcaide de El Pardo, el duque de Arco Alonso Manrique de Lara, compró una casa de labor y construyó un palacete que recordaba al Palacio de la Zarzuela. Unos años después de su muerte, la duquesa donó el edificio, con los jardines y sus tierras, a los reyes Felipe V e Isabel de Farnesio. En este palacio destacan las decoraciones murales de papel pintado francés del siglo XIX, el mobiliario, las pinturas y alfombras, de época de Fernando VII e Isabel II.
A mediados de los años 30, la Quinta fue residencia del entonces presidente de la Segunda República, Manuel Azaña, a quien sorprendió allí el golpe de estado en 1936. El político, gran defensor del monte de El Pardo, intercedió para que no se construyeran unas viviendas en terrenos del mismo. En el palacio se alojó, durante la Guerra Civil, la Quinta División del ejército de la República, por lo que sufrió los obuses de las tropas nacionales, desplegadas en la Casa de Campo. En 1974, un año antes de la muerte de Franco, el entonces príncipe don Juan Carlos celebraba sus audiencias en el palacete. En la actualidad, Patrimonio Nacional ofrece la posibilidad de ceder el uso de los terrenos de la Quinta y de su Palacio para la celebración de reuniones o eventos organizados por Instituciones Públicas. Junto a la Quinta se encuentra la que fue la Casa de Oficios del Palacio, hoy colegio público.
En el Cementerio de Mingorrubio (nombre del arroyo que atravesaba la colonia) se encuentran enterradas varias personalidades del régimen franquista: Carmen Polo, esposa del general Franco y el almirante Carrero Blanco, entre otros. También descansan varios políticos de la Democracia como el ministro de Exteriores, Fernández Ordóñez; e intelectuales y artistas como el pintor Vázquez Díaz, el arquitecto Gutiérrez Soto, el historiador Romeu de Armas y el jurista Francisco Tomás y Valiente.
La Sala Histórica de la Guardia Real reúne los fondos relacionados con las tropas de la Casa Real.
La zona en la que se localizan los barrios de El Pardo y Mingorrubio y la zona deportiva de Somontes, con un valor ecológico inferior al resto del monte, están dotados con diferentes sendas y caminos. Alrededor del embalse del Manzanares se ha desarrollado una población de aves acuáticas y es un sitio apropiado para pasear por la ribera del río, donde hay ubicados varios merenderos.
En otoño el viajero puede además asistir al espectáculo de la berrea. Los mejores puntos de observación son el camino que lleva al Cristo de El Pardo, la senda que comienza en el puente de los Capuchinos y se dirige hacia la presa o el mirador de Valpalomero.