Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara
01/01/2011
Paisajes únicos, un mundo de agua y roca, abismos que son refugio de una variada fauna y flora, torres y murallas almenadas, arquitectura tradicional, leyendas de doncellas y reyes moros, aventura, el mítico descenso del Vero…
La salvaje y hermosa grandiosidad del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara no está en la altitud de sus cumbres sino en la espectacularidad de los profundos cañones esculpidos durante millones de años por los ríos, la lluvia y el aire. Un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza y los deportes de aventura que, desde 1990, es Espacio Natural Protegido.
El pico de Guara (2077 m) da nombre a este enclave del prepirineo oscense. En él, los ríos Alcanadre, Mascún, Isuala y Vero se han ido abriendo paso a través de las fracturas del terreno calizo, dando lugar a profundos barrancos, gargantas o foces. El agua horada la roca y la pule, crea pasillos, toboganes, badinas y hermosas piscinas naturales. Grandes rocas desprendidas crean en el cauce del barranco laberintos o caos por los que el agua busca su salida. A la salida de los barrancos se forman impresionantes paredes verticales, agudas crestas y afiladas agujas, cavidades abiertas en los farallones…
Las cristalinas aguas de los ríos de Guara son el hogar de truchas, barbos, cangrejos o tritones. Mientras que águilas reales, buitres leonados, alimoches, halcones o los majestuosos quebrantahuesos sobrevuelan sus cielos.
Por otra parte, en la sierra confluyen rasgos climáticos mediterráneos y atlánticos, por lo que es posible encontrar una gran variedad de formaciones vegetales y un gran número de especies. La abundancia de bosques convierten al Somontano en un interesante destino micológico, donde se pueden encontrar los populares robellones, exquisitas Lepiotas o Cantharellus, así como deliciosas y aromáticas trufas negras.
Gracias a su espectacular e intricada orografía, Guara ha preservado las más antiguas manifestaciones artísticas halladas en Aragón. Pinturas rupestres y dólmenes, iglesias y castillos medievales, puentes, caminos centenarios son el testimonio de la permanente presencia del hombre en la sierra…