Qué ver en Quiberon: mar dual, playas atlánticas y sabores con alma en la Bretaña francesa

En el extremo sur de la Bretaña francesa, la península de Quiberon se abre paso entre el océano y la tierra firme como una lengua indómita que desafía a los elementos. Sus acantilados se precipitan al Atlántico, sus senderos esculpidos por la brisa recortan la costa salvaje y, entre puerto y mercado, su gastronomía revela la memoria de una tierra que sabe a historia, mantequilla y mar.

Istmo de Penthièvre
Llegar a Quiberon es un acto simbólico: hay que atravesar el istmo de Penthièvre. Una franja de poco más de 20 metros, en su punto más estrecho, que une la península con tierra firme y separa dos mares de temperamento opuesto. A un lado, la bahía de Quiberon, protegida y tranquila; al otro, la brutalidad del océano Atlántico abierto.

El primer edificio que recibe al viajero es el fuerte de Penthièvre, levantado en 1747 gracias al mecenazgo del duque homónimo. Este bastión militar, que ahora sirve como base de entrenamiento para los soldados del ejército francés, también carga con episodios oscuros de la historia: fue escenario de enfrentamientos entre chuanes y republicanos en 1795, y lugar de ejecución de medio centenar de combatientes de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. Su silueta de piedra, expuesta al viento, recuerda que incluso en los paisajes más bellos anidan las cicatrices del pasado.

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