Isla de Ré: el secreto mejor guardado de la costa atlántica francesa

Isla de Ré: el secreto mejor guardado de la costa atlántica francesa

15/02/2025 Desactivado Por oriol@zoomdestinos.com
Isla de Ré: el secreto mejor guardado de la costa atlántica francesa

En invierno, las islas tienen un encanto distinto, más enigmático y reservado. Y a veces, pueden resultar difíciles de domar. Pero si sabes escucharlas y logras entrar en su ritmo, descubrirás un lugar que poco tiene que ver con el que se encuentran los turistas durante el resto del año”, cuenta la fotógrafa Agathe Karsenti, quien, cámara en mano, decidió cruzar el puente que separa la isla de Ré del bullicio de La Rochelle y descubrir la belleza invernal y serena de este enclave de la costa Atlántica de apenas 30 kilómetros de largo.

Puedes llegar en tu propio coche, en tren o en autobús. Eso sí, una vez que dejes atrás el puente, lo mejor es que te hagas con una bicicleta, el medio de transporte oficial, y recorras el terreno a tu aire gracias a los más de 138 kilómetros de carriles bici que salpican toda la isla.

La primera impresión es la de estar interrumpiendo el letargo de una criatura dormida. Incluso nos sorprendemos a nosotros mismos hablando en voz baja, como si fuésemos unos intrusos a los que nadie ha dado permiso para entrar a este refugio sagrado. A nuestro alrededor, las casas blancas con postigos verdes y techos de tejas rojizas contrastan con el intenso azul del océano y la arena dorada de las playas, ahora desiertas.

Aunque algunos alojamientos cierran durante la temporada baja, puedes encontrar acogedores hoteles boutique y casas de huéspedes abiertas todo el año, como el Hotel de Toiras, en Saint-Martin-de-Ré. Desde allí, comenzamos nuestra aventura a golpe de pedal y, a medida que pasamos por marismas, pinares, viñedos y pintorescos pueblecitos, la isla ya no parece tan austera e impertérrita, sino todo lo contrario: los lugareños nos saludan con la mano –en las cestas de sus bicis llevan pan recién hecho y productos frescos del mercado– y el sol parece jugar al despiste, apareciendo y desapareciendo a su antojo. “Al ser plana y ventosa, el clima cambia rápidamente, de repente brilla el sol y a los pocos minutos el cielo vuelve a encapotarse, pero la lluvia nunca dura mucho tiempo”, explica Agathe.

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