Descubre la isla de Lazareto en Menorca
14/09/2023Desde abril hasta el 29 de octubre se puede visitar uno de los lugares más peculiares de la isla. Un bien de interés cultural con más de una historia aún por contar…
Navegar por el puerto de Maó –el segundo puerto natural más grande del mundo después de Pearl Harbour– tiene muchas sorpresas: la isla del Rey, la de la Cuarentena, la fortaleza de la Mola… ¡y la isla de Lazareto! Su nombre deviene de la fortaleza sanitaria que entró en funcionamiento en el siglo XIX para aislar temporalmente a los enfermos infecciosos que llegaban por barco desde Oriente y norte de África, evitando que entraran epidemias en la isla. El Lazareto cerró sus puertas en 1919 pero fue declarado Bien de Interés Cultural en 1993. Hoy día es uno de los atractivos turísticos menos conocidos de Menorca… y escenario ideal para todo tipo de reuniones y congresos.
Maó, capital administrativa y puerta de entrada aérea y marítima de Menorca, está plagada de atractivos turísticos. Algunos muy conocidos, como el Museo de Menorca (ubicado en el que fuera convento de Sant Francesc), la iglesia de Santa María, el bastión de Sant Roc, la fortaleza de la Mola… y otros no tan conocidos para el gran público, pero cargados de historia y encanto. Es el caso de la isla del Lazareto, ubicada casi a la entrada del majestuoso puerto de Maó, el segundo puerto natural más grande del mundo después del norteamericano y mítico Pearl Harbour.
Esta isla alberga un conjunto arquitectónico muy singular, construido entre 1793 y 1807 por orden de un ministro del rey Carlos III, el Conde de Floridablanca. Un Lazareto –establecimiento sanitario donde se trababan enfermedades infecciosas– creado al objeto de prevenir que la peste bubónica que pudieran traer barcos provenientes de Oriente o Norte de África penetrara en Menorca. Durante casi un siglo se convirtió en uno de los lazaretos más importantes del Mediterráneo occidental hasta que dejó de funcionar en 1919. Casi ocho décadas después, en 1993, fue declarado Bien de Interés Cultural.
Sumergirse en su apasionante entorno cargado de historia es posible gracias a visitas guiadas de dos horas y media de duración, que se realizan cuatro días por semana hasta el mes de noviembre. Los martes (en inglés) y los jueves (en catalán y castellano), de 17.00 a 19.30 horas. Los sábados y domingos alternos (en catalán y castellano), de 10.00 a 12.30 horas. El punto de partida es el Muelle de Cales Fonts, en Es Castell (Maó) desde donde parte una embarcación hasta la isla de Lazareto. El precio de estas visitas es de 18 euros (adultos), 9 euros (8-15 años) y 12 euros (mayores de 65 años y jubilados). Se pueden reservar aquí.
Estructura del Lazareto de Maó
El recinto está rodeado por una muralla de piedra de 1,2 kilómetros, 7,5 metros de alto por 1,5 metros de ancho. En esta muralla se abrieron cuatro puertas que conducían a las tres zonas de aislamiento delimitadas dentro del Lazareto.
La ‘apestada’ estaba reservada a los tripulantes de barcos con epidemia a bordo. Contenía tres enfermerías con seis habitaciones, cocinas, retretes, lavatorios, un pozo de agua potable, locutorios y una torre de vigilancia. La ‘sucia’ albergaba a los navegantes que tenían enfermedades no infecciosas. Constaba de tres casas iguales para pasajeros con ocho habitaciones cada una, cuatro huertos, dos enfermerías, quince oratorios, cinco grandes almacenes, un corralón para ganado y una torre de vigilancia. Y la ‘sospechosa’, a los barcos que llegaban a puerto con algún enfermo entre sus tripulantes. El edificio principal estaba formado por tres alas y una galería con columnas de piedra en sus dos plantas. También contenía un pozo, una torre de vigilancia, una enfermería con ocho salas, un huerto con noria, una casa para el labrador y un almacén. Y en su parte sur, dos edificios iguales para alojar a patronos, pilotos y escribanos.
En sus cien años de servicio –desde 1817, cuando entró el primer barco, la bombarda española Antonia, hasta 1919, cuando cerró sus puertas– se atendieron 13.864 barcos para pasar cuarentena. Y un total de 111.184 pasajeros y 276.693 tripulantes fueron aislados entre sus muros. Actualmente, además de ser un atractivo turístico más de Maó y de Menorca, es un escenario ideal para todo tipo de reuniones y congresos.